Eduardo Madroñal Pedraza
“No hay más que un millón de herreros/ forjando cadenas para los niños que han de venir/ no hay más que un millón de carpinteros/ que hacen ataúdes sin cruz”. Lorca
Nos permitimos seguir votando en las elecciones presidenciales de Estados Unidos -ya que la superpotencia lleva décadas votando en nuestras elecciones- dando continuidad al primer artículo que titulamos ‘Trump y Harris contra los pueblos del mundo’. Ustedes se dirían que quizás el pueblo estadounidense podría beneficiarse en su mayoría con uno u otro resultado. Bueno, nosotros vamos a contraparafrasear a Harris -que ha calificado a su país como “la democracia más grande de la historia”- proclamando que es ‘la falsa democracia más grande de la historia’.
Algunos sufrimientos del pueblo estadounidense
“No hay más que un gentío de lamentos/ que se abren las ropas en espera de la bala”.
La expectativa de vida es la más baja -entre las naciones más ricas-, y la única en la que la población no tiene salud pública universal. Pero también es la única que no tiene para los trabajadores el derecho a vacaciones pagadas por ley; y la que dedica menos en ayudas públicas a las personas más necesitadas.
Un parto cuesta más de diez mil dólares -una “democracia” que no está por la vida que se diga-; y que pagar otras necesidades médicas graves lleva a que dos tercios de los casos anuales de quiebra sean familiares; y que la gente vaya a Canadá y México a comprar medicinas. Y en lo laboral, la media de vacaciones -por año- de los trabajadores es de 4 días. Y el país con el índice de homicidios y de armas de fuego per cápita más alto.
Con Trump, superpotencia en pandemia
“Y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan”.
EEUU encabeza la clasificación mundial -sin ser el país más poblado del mundo- con cerca de un millón doscientos mil decesos por COVID, seguido del Brasil de Bolsonaro con 700.000 fallecidos.
Pero no solo, con lo que supone de terrible, los fallecidos, y las posteriores secuelas de los gravemente afectados por el virus. Es también la pandemia en las condiciones de vida y de trabajo de muchos más millones de estadounidenses. Una pandemia de clase social, como descarnadamente ponen de manifiesto los datos.
La clase dominante -la burguesía monopolista- aumentó su riqueza en medio billón (millón de millones) de dólares en 2020, mientras que 40 millones de trabajadores tuvieron que solicitar un seguro de desempleo. EEUU se considera el país más desarrollado del mundo, sin embargo, se ha convertido en el lugar más desolador del planeta.
Con Harris, superpotencia en fentanilo
“La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba. No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles. No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie/ Ya lo he dicho/ No duerme nadie”.
A un siniestro ritmo anual de más de 100.000 personas muriendo por sobredosis -tanto con Trump como con Biden y Harris-, y mucho antes de que los traficantes de droga se enriquecieran con su venta, en Williamson (Virginia Occidental) por ejemplo, que tenía unos 3.000 habitantes, llegaron a vender legalmente en sus farmacias 20 millones de unidades de fentanilo entre 2006 y 2016.
Porque esta drogadicción ha sido “manufacturada” desde el inicio mediante su inadecuada prescripción farmacéutica. Y con Biden -y Harris como su vicepresidenta- no sólo ha aumentado, sino que, en lugar de concentrarse contra farmacéuticas y traficantes, han aprovechado para culpar a China.
Superpotencia en ocaso a su pueblo deja drogado
“Debajo de las sumas, un río de sangre tierna”.
Mientras sus dirigentes -Trump, Biden y ahora Harris- se jactan de que son la superpotencia mundial, la trágica realidad es que también son la superpotencia en pandemia, en fentanilo y en incalculables sufrimientos para el pueblo estadounidense.
Pero hay luz entre oscuros opioides
“Una danza de muros agita las praderas/ y América se anega de máquinas y llanto”. “Es la sangre que viene, que vendrá/ por los tejados y azoteas, por todas partes”.
Pero donde hay opresión, hay resistencia. Apoyamos a los miles de trabajadores que luchan y hacen huelgas día a día por todo EEUU, desde las fábricas de maquinaria de Deere hasta las plantas de cereales de Kellogg, desde los mineros del carbón de Alabama hasta las enfermeras de Massachusetts.