Ni un gramo de sensibilidad tiene este alcalde con el medio ambiente como se ha demostrado, de manera fehaciente, tras la invasión de la piedra y el grijo en la alameda de Manuel Llano, en el marco, al parecer, de un proyecto de carril bici que en principio no acababa o empezaba ahí, pero como de lo que se trata es de meter cemento por un tubo con una tremenda mentalidad urbanita y rascar para aquello de que “hemos venido para quedarnos” que tanto predica González González, pues p´alante.
Es atroz lo que han hecho con este espacio verde, sin ningún tipo de miramientos y el necesario análisis de otras alternativas que no significaran tan bochornoso sacrificio de los verdaderos pulmones de Laredo, sus alamedas. Han hecho lo propio, en el ámbito de la cultura, con el monumento al escritor cántabro Manuel Llano, abandonado por la desidia y desinterés absoluto en los últimos años, y quedando ahora totalmente aislado el conjunto monumental, en el propio paisaje de la alameda, mientras se ha visto afectada parte de la placa base, que esperamos que restauren lo antes posible. No importa, todo es querer demostrar que se hace, cuando lo que estamos viendo es que se destruye a sabiendas. Las máquinas han campado a sus anchas guiados, tal vez, por un proyectista que nunca ha pensando en la trascendencia que tienen los espacios verdes como éste y con el permiso o vuecencia del primer munícipe local, encantado con sus aventuras en las redes sociales y obnubilado por el triunfo de sus criterios, aunque disponga únicamente de un raquítico soporte electoral con tan solo tres concejales. Lo sucedido en la alameda de Manuel Llano nos hace recordar la frase del rey de los Hunos, Atila, “donde mi caballo pisa no crece la hierba”. Así, es.
Laredo ha sido una villa, rica en alamedas que eran la envidia de visitantes; un esplendor natural que se ha ido perdiendo a lo largo del tiempo y seguimos en la misma dirección destructora. Las necesidades dotacionales quizás justifiquen, en cierta medida, la pérdida progresiva de espacios verdes, con la construcción de un centro escolar y un Instituto de Enseñanzas Medias, o las propias viviendas de protección oficial de San Lorenzo, pero en tiempos más cercanos existían alternativas para evitar el mamotreto de Telefónica(sigue ahí, pese a no ser ya empresa pública aunque con participación del Estado)en la alameda de “El Corro” o la propia parada de autobuses. Pues, visto lo visto, la cosa no se va a quedar ahí, tras el ímpetu devastador de alamedas que parece afectar al actual regidor que continúa con el mismo guión que algunos predecesores suyos, fundamentalmente de su propia ideología, prestos a instalar las barracas en la alameda de El Bosque, porque lo único que le importa a González González, no es la instalación de empresas, la construcción de viviendas de promoción oficial o la conservación del patrimonio histórico-artístico, sino la fiesta, el jolgorio y la diversión como centro turístico de primer orden,-se lo cree él-, donde, siempre, el cemento aparece como el auténtico star system de la realidad local. Carril bici, loa al alcalde, y todos tan felices. Bueno, todo no.
Y en el trasfondo de esta actuación, las tinieblas de la falta de información a la ciudadanía, sin trasparencia,con un supuesto cambio de última hora en este majestuoso proyecto de carril bici que financia un Gobierno de Cantabria, que tira por la ventana sus dineros en obras,-posiblemente con la vista puesta en las elecciones de 2027-, mientras la sanidad pública va de capa caída y a los educadores(futuro de nuestros jóvenes) se les niega el pan y la sal. Y ya hablaremos del Centro Náutico-Pesquero de Laredo. Este es el panorama que, tristemente, tenemos. Y a los apoyos políticos de González González, provenientes de la izquierda, les diremos que en estos momentos las guías ideológicas de Laredo y Santander(Gobierno y Ayuntamiento) son las mismas. Y cuando le interesa al Partido Popular pacta con VOX. Dicho queda.
Dañar a la tierra, es dañarnos a nosotros mismo. Civilización incivilizada.