En lugar de enterrar una sardina, como ocurre en muchos carnavales de España, en Santoña se ajusticia y quema a un besugo. Una tradición única que, desde 1981, ha dado identidad propia al Carnaval de Santoña y le ha valido la distinción de “Fiesta de Interés Turístico Regional”.
La representación de “El Juicio en el Fondo del Mar” se basa en una copla de 1934, ideada por la murga “Los Parrandistas”. A partir de esta inspiración, se escribió un guión para dar forma a una puesta en escena repleta de colorido y simbolismo. El argumento gira en torno al rapto de una sirena por parte de un besugo enamorado y el posterior juicio que se celebra en las profundidades de la bahía de Santoña, en un escenario marino adornado con algas y marlotas.
El proceso judicial es presidido por Neptuno, ante el cual desfilan testigos que van desde el pez más diminuto hasta el muergo más astuto. La defensa corre a cargo del salvareo, un “espinoso letrado”, mientras que la acusación recae sobre un verdel. Como procurador interviene el pez volador y, para garantizar el orden en la sala, un imponente pez espada ejerce de alguacil. El tribunal está compuesto por sirenas que determinarán el destino del besugo.
Los personajes son interpretados por jóvenes de la villa ataviados con disfraces de gran elaboración, que en los primeros años consistían en redes y peces de gran tamaño colocados como gorros. Estos primeros disfraces fueron creados por las peñas “Los Ronceros” y “La Zarceta”. Con la recuperación del carnaval en 1981, Carlos Juncal Ibaceta introdujo mejoras en la puesta en escena, consolidando “El Juicio en el Fondo del Mar” como una de las tradiciones más emblemáticas de Santoña.
El espectáculo consta de tres partes bien diferenciadas: en primer lugar, “El Paseo del Reo”, en el que el besugo es conducido por las calles de la villa hasta la plaza principal. A continuación, se representa “El Juicio en el Fondo del Mar”, en el que el besugo, pese a ser absuelto, muere de amor al verse despreciado por la sirena. Finalmente, se celebra “El Entierro del Besugo”, donde una comitiva lúgubre, formada por peces, plañideras y enlutados, acompaña el cadáver del besugo hasta su destino final.
El cortejo fúnebre recorre las calles de Santoña entre marchas fúnebres interpretadas por charangas hasta llegar al Pasaje. Allí, el besugo es depositado en una balsa flotante y, tras un momento de recogimiento, se le prende fuego. Desde su interior estallan fuegos artificiales que iluminan el cielo nocturno y la bahía de Santoña, mientras las aguas acogen sus cenizas.
Este ritual, que combina humor, crítica social y espectáculo visual, se ha convertido en el símbolo del Carnaval de Santoña, atrayendo cada año a más visitantes dispuestos a ser testigos de un juicio único en el mundo.
Desde el Ayuntamiento de Santoña se trabaja activamente para que esta fiesta vuelva a ser declarada de Interés Nacional, un reconocimiento otorgado por la Secretaría de Estado de Turismo a aquellas festividades que poseen un alto valor cultural, tradición arraigada y una gran capacidad de atracción turística a nivel nacional.