El alcalde de Camargo, Diego Movellán, y el CEO de JC Navalips, Javier Cavada, han inaugurado hoy el Bosque Comestible JC Navalips, el primer espacio público de estas características en Cantabria que cuenta con 400 árboles que esta compañía, ubicada en el municipio, ha regalado a los vecinos por su 50 aniversario. “Hoy hacemos realidad este bosque comestible gracias a la aportación de una empresa de Camargo que es un referente a nivel mundial”, ha sostenido Diego Movellán, quien ha agradecido a Cavada su “apuesta” por la recuperación de un área degradada dentro de un “proyecto innovador” que, en el plazo de 3 años, “permitirá a nuestros jóvenes venir aquí a recoger fruta”.
Este bosque comestible, que se encuentra en el parque de las antiguas Marismas de Cacho, “contribuye a la revalorización medioambiental de unos terrenos” que, tal y como ha explicado el regidor, “comenzarán a dar frutos” como peras, cerezas, ciruelas, caquis, higos, avellanas, castañas o nísperos “a partir de un año”. De esta forma, el Ayuntamiento de Camargo, que ha aportado el uso del suelo para llevar a cabo este proyecto, ha contado con el apoyo de JC Navalips para “recuperar”, mediante un sistema de árboles de diferente tipología, una zona que ahora adquiere “nueva riqueza biológica”.
Asimismo, Diego Movellán ha apuntado en este acto inaugural, al que también ha asistido el concejal de Medio Ambiente, Cristian Armada, miembros del equipo de gobierno y alumnos de Horticultura y Jardinería del Centro de Formación Municipal, que esta área va a ser aprovechada como “recurso para la educación ambiental”. “Por el momento, se ha instalado un código QR de forma que cualquiera con un móvil pueda acceder a toda la información sobre el verdadero alcance ambiental de este regalo”, ha reseñado Movellán.
Por su parte, Javier Cavada –que es propietario de JC Navalips, una empresa tecnológica que, desde Camargo, produce soluciones que se distribuyen a lo largo de los cinco continentes- ha manifestado la “voluntad” de esta compañía de “dejar un legado” en el municipio, “compensando”, ha dicho, “nuestra huella de carbono”. “Queremos que este bosque sea un primer paso”, ha aseverado Cavada, quien ha calificado el espacio como un “símbolo importante”. “Esperamos que se expanda más allá de Camargo, que este bosque sea un ejemplo de comunidad, y que las nuevas generaciones tengan un municipio mejor del que encontraron”, ha apuntado.
Así, a través de árboles madre, como los abedules y los alisos, que enriquecen el suelo con nitrógeno y materia orgánica; árboles jóvenes, que cubren el suelo con sombra y evitan tanto la erosión como el estrés hídrico y una diversidad biológica que fomenta la aparición de hongos, insectos y microorganismos beneficiosos, la empresa Clorofila Servicios, de la que es responsable Tomás Cobo, ha plantado los 400 ejemplares “teniendo en cuenta”, ha dicho, “el papel de cada ejemplar” en este bosque comestible.
“Esto es un aula, no sólo una plantación”, ha afirmado Cobo, quien cree que este nuevo espacio contribuye de diferentes formas para “ahorrar dinero a la sociedad”, puesto que además de procurar alimento, “mitiga” los efectos del cambio climático y “reconecta” al ser humano con la naturaleza. “Cualquier reforestación que hagamos con este sistema, que es el método de la agricultura sintrópica, en el que la naturaleza coopera, vamos a tener mayor supervivencia de las plantas”, lo que se traduce, en su opinión, en “beneficios económicos y sociales”.